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...desde la pampa argentina hasta la meseta de

Yucatán los olvidados han levantado sus voces para reclamar su lugar en el tiempo y el espacio... Este es un espacio para compartir nuestros aprendizajes, porque no hay mejor remedio para el olvido que la recuperación de la memoria...







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EL PEOR TERRORISMO
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MORIR DE HAMBRE = MORIR ASESINADO
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MALENA, PERIODISTA Y MUJER
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IRACEMA, ¿LA POLÍTICA TIENE SEXO?
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Lectura No. 2

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América Latina sin hambre



JOSÉ ELÍAS - Guatemala 2006. Diario el País. España



“En Guatemala, el hambre tiene rostro: una niña indígena”, dijo a EL PAÍS Ian Cherrett, representante en el país de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), al inicio de la primera reunión del grupo de trabajo de la iniciativa América Latina y el Caribe sin Hambre, impulsada al alimón por los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Guatemala, Óscar Berger, clausurada ayer en este país centroamericano. Añadió que las estadísticas demuestran que “esta situación no ha variado en los últimos 30 años”.



Esta cara del subdesarrollo, que normalmente se pierde en la frialdad de las cifras, es un drama continental. Según datos preliminares de la FAO, en América Latina hay 52 millones de personas desnutridas, lo que representa el 10% de la población. El 7% de los niños presenta cuadros de desnutrición crónica, lo que se refleja en deficiencias físicas (peso y talla por debajo de la media para su edad) y mentales, extremo que dificulta su progreso en campos como la educación elemental, cerrándoles el futuro.



Una de las paradojas de esta realidad es que la región, con excepciones como Haití, Panamá o República Dominicana, que experimentan problemáticas particulares, es la mayor suministradora de alimentos en el mundo. El problema radica, entonces, en la injusta distribución de los ingresos y el desigual acceso a los recursos, que los expertos de la FAO identifican en tres grandes apartados: dinero, tierra y trabajo. “Los sectores más pobres de la sociedad no consiguen generar los suficientes ingresos para cubrir la canasta mínima de alimentos, situación que se ve agravada por desastres naturales, como huracanes, inundaciones o sequías, y la falta de redes de protección social adecuadas”, se lee en uno de los documentos de trabajo.



Así las cosas, el foro tiene como propósito que el hambre sea percibida como prioridad política y económica y que sea considerada como un tema estrictamente técnico y humanitario, para evitar que la seguridad alimentaria continúe siendo considerada, en el subcontinente latinoamericano, como un tema secundario. “Es un problema estructural. Su solución pasa por generar una conciencia social que requiere cambios institucionales para superarlo”, puntualiza Cherrett.



En este contexto, la iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre 2025 (ALCSH 2025, lanzada por Brasil y Guatemala durante la Conferencia Latinoamericana sobre Hambre Crónica, realizada en esta nación centroamericana en septiembre de 2005), tiene como objetivo primordial incluir el hambre en los programas nacionales de seguridad alimentaria, entendida como un derecho humano básico. En consecuencia, pone énfasis en políticas públicas de medio y largo plazo y en la necesaria colaboración entre las naciones “para erradicar el hambre en un continente que actualmente tiene la capacidad de alimentar al triple de su población actual”, de acuerdo con estimaciones de la FAO. La meta es que para el año 2025 la desnutrición esté por debajo del 2,5%.



Según el organismo mundial, de mantenerse sin cambios la tendencia actual, la desnutrición en América Latina en 2015 (año en que, de acuerdo a la meta de la Cumbre Mundial sobre la alimentación de 1996, debería reducirse a la mitad el hambre en Latinoamérica) alcanzaría a 40,9 millones de personas, un 7% de la población total. La mayor incidencia se daría en la región centroamericana (13%) y el Caribe (15%), aunque con enormes variaciones por países.



El informe de la FAO señala que la desnutrición está ya erradicada en Argentina, donde el nivel de incidencia es igual o menor al 2,5% y, según las proyecciones, para 2025 lo estará también en otros cinco países: Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador y Uruguay, incluso en ausencia de las medidas adicionales que pretende poner en marcha la reunión de Guatemala.



Si el problema de la desnutrición no reside en la falta de capacidad para producir alimentos, sino en la escasa posibilidad de acceder a los mismos, la iniciativa de América Latina y Caribe sin Hambre propone trabajar en áreas como la reducción en la desigualdad de ingresos —la más aguda del mundo en desarrollo—; asegurar el acceso a los alimentos a los grupos más necesitados, mediante sistemas de protección social y asistencia directa; el aumento de la producción y productividad de la agricultura familiar y fomentar el uso sostenible de los recursos naturales. Lo anterior, sin olvidar que el acelerado crecimiento urbano en toda América Latina ha convertido a las zonas suburbanos en núcleos con graves problemas de desnutrición.

Lectura No. 1

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Caras y caretas
por Eduardo Galeano*

¿Cristóbal Colón descubrió América en 1492? ¿O antes que él la descubrieron los vikingos? ¿Y antes que los vikingos? Los que allí vivían, ¿no existían?

Cuenta la historia oficial que Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían, ¿eran ciegos?

¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que allí vivían, ¿eran mudos?

Nos han dicho, y nos siguen diciendo, que los peregrinos del Mayflower fueron a poblar América. ¿América estaba vacía?

Como Colón no entendía lo que decían, creyó que no sabían hablar.

Como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no eran gentes de razón.

Y como estaba seguro de haber entrado al Oriente por la puerta de atrás, creyó que eran indios de la India.

Después, durante su segundo viaje, el almirante dictó un acta estableciendo que Cuba era parte del Asia.

El documento del 14 de junio de 1494 dejó constancia de que los tripulantes de sus tres naves lo reconocían así; y a quien dijera lo contrario se le darían cien azotes, se le cobraría una pena de diez mil maravedíes y se le cortaría la lengua.

El notario, Hernán Pérez de Luna, dio fe.
Y al pie firmaron los marinos que sabían firmar.

Los conquistadores exigían que América fuera lo que no era. No veían lo que veían, sino lo que querían ver: la fuente de la juventud, la ciudad del oro, el reino de las esmeraldas, el país de la canela. Y retrataron a los americanos tal como antes habían imaginado a los paganos de Oriente.

Cristóbal Colón vio en las costas de Cuba sirenas con caras de hombre y plumas de gallo, y supo que no lejos de allí los hombres y las mujeres tenían rabos.

En la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en los hombros y la boca en el pecho.

En Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan grandes que las arrastraban por los suelos.

En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, los nativos tenían los pies al revés, con los talones adelante y los dedos atrás, y según Pedro Martín de Anglería las mujeres se mutilaban un seno para el mejor disparo de sus flechas.

Anglería, que escribió la primera historia de América pero nunca estuvo allí, afirmó también que en el Nuevo Mundo había gente con rabos, como había contado Colón, y sus rabos eran tan largos que sólo podían sentarse en asientos con agujeros.

El Código Negro prohibía la tortura de los esclavos en las colonias francesas. Pero no era por torturar, sino por educar, que los amos azotaban a sus negros y cuando huían les cortaban los tendones.

Eran conmovedoras las leyes de Indias, que protegían a los indios en las colonias españolas. Pero más conmovedoras eran la picota y la horca clavadas en el centro de cada Plaza Mayor.

Muy convincente resultaba la lectura del Requerimiento, que en vísperas del asalto a cada aldea explicaba a los indios que Dios había venido al mundo y que había dejado en su lugar a San Pedro y que San Pedro tenía por sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre había hecho merced a la reina de Castilla de toda esta tierra y que por eso debían irse de aquí o pagar tributo en oro y que en caso de negativa o demora se les haría la guerra y ellos serían convertidos en esclavos y también sus mujeres y sus hijos. Pero este Requerimiento de obediencia se leía en el monte, en plena noche, en lengua castellana y sin intérprete, en presencia del notario y de ningún indio, porque los indios dormían, a algunas leguas de distancia, y no tenían la menor idea de lo que se les venía encima.

Hasta no hace mucho, el 12 de octubre era el Día de la Raza.
Pero, ¿acaso existe semejante cosa? ¿Qué es la raza, además de una mentira útil para exprimir y exterminar al prójimo?

En el año 1942, cuando Estados Unidos entró en la guerra mundial, la Cruz Roja de ese país decidió que la sangre negra no sería admitida en sus bancos de plasma. Así se evitaba que la mezcla de razas, prohibida en la cama, se hiciera por inyección. ¿Alguien ha visto, alguna vez, sangre negra?

Después, el Día de la Raza pasó a ser el Día del Encuentro.
¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿Las de ayer, y las de hoy, encuentros? ¿No habría que llamarlas, más bien, violaciones?

Quizás el episodio más revelador de la historia de América ocurrió en el año 1563, en Chile. El fortín de Arauco estaba sitiado por los indios, sin agua ni comida, pero el capitán Lorenzo Bernal se negó a rendirse. Desde la empalizada, gritó:

— ¡Nosotros seremos cada vez más!
— ¿Con qué mujeres? –preguntó el jefe indio.
— Con las vuestras. Nosotros les haremos hijos que serán vuestros amos.

Los invasores llamaron caníbales a los antiguos americanos, pero más caníbal era el Cerro Rico de Potosí, cuyas bocas comían carne de indios para alimentar el desarrollo capitalista de Europa.

Y los llamaron idólatras, porque creían que la naturaleza es sagrada y que somos hermanos de todo lo que tiene piernas, patas, alas o raíces.

Y los llamaron salvajes. En eso, al menos, no se equivocaron. Tan brutos eran los indios que ignoraban que debían exigir visa, certificado de buena conducta y permiso de trabajo a Colón, Cabral, Cortés, Alvarado, Pizarro y los peregrinos del Mayflower.

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*Escritor y periodista uruguayo.

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